Levantarnos temprano, desayuno rapido a base de nuestros Corn Flakes en la propia habitacion y rumbo a Marrakech. 550km de autopista, sin mas anecdotas que parar a comer en una estacion de servicio, donde un lugareño trajeado nos pidio poder hacerse una foto con el Matutano. Era para verlo!
Llegados a Marrakech sobre las cinco de la tarde hora torera, busqueda de hotel. La suerte, tambien torera, nos acompaño y encontramos un hotel en la misma plaza de Jamal El Fna, frente al mercado. Increibles vistas desde su terraza, donde disfrutamos de un tambien increible te verde a la menta para reponer fuerzas tras el viaje, e increible tambien el calor que llegaba a acumularse en las habitaciones. No sabiamos si dormir con pijama o bañador.
Tras aposentarnos, visita turistica obligada. Nos perdimos alegremente entre las callejuelas del interminable zoco, pasando por tiendecitas de babuchas, alfombras, plata, enseres, y todo lo que se te pueda ocurrir. Alguna compra, no sin el correspondiente regateo -español mucho blablabla!-, y vuelta al hotel para una ducha y salir a cenar.
Para la cena, en la misma plaza, como no! Un paseo por los innumerables puestos, un zumo de naranja natural, unos cuencos de caracoles bien especiados.. hasta que finalmente nos sentamos en uno de los varios ¨restaurantes¨ al aire libre. Bancos corridos, mucho alboroto y carta variada. ¨Un poco de todo¨ se acabo convirtiendo en un mucho de todo, con el correspondiente mosqueo por nuestra parte, ya que no habia forma humana de engullir semejante cantidad de viandas. Conclusion, regateo a la hora del precio, y enfado por nuestra parte, del camarero y del dueño del chiringuito.
Tras la cena, vuelta al hotel, un pequeño rato de relax de nuevo en la comodisima terraza, y a dormir, que mañana sera otro dia.
Llegados a Marrakech sobre las cinco de la tarde hora torera, busqueda de hotel. La suerte, tambien torera, nos acompaño y encontramos un hotel en la misma plaza de Jamal El Fna, frente al mercado. Increibles vistas desde su terraza, donde disfrutamos de un tambien increible te verde a la menta para reponer fuerzas tras el viaje, e increible tambien el calor que llegaba a acumularse en las habitaciones. No sabiamos si dormir con pijama o bañador.
Tras aposentarnos, visita turistica obligada. Nos perdimos alegremente entre las callejuelas del interminable zoco, pasando por tiendecitas de babuchas, alfombras, plata, enseres, y todo lo que se te pueda ocurrir. Alguna compra, no sin el correspondiente regateo -español mucho blablabla!-, y vuelta al hotel para una ducha y salir a cenar.
Para la cena, en la misma plaza, como no! Un paseo por los innumerables puestos, un zumo de naranja natural, unos cuencos de caracoles bien especiados.. hasta que finalmente nos sentamos en uno de los varios ¨restaurantes¨ al aire libre. Bancos corridos, mucho alboroto y carta variada. ¨Un poco de todo¨ se acabo convirtiendo en un mucho de todo, con el correspondiente mosqueo por nuestra parte, ya que no habia forma humana de engullir semejante cantidad de viandas. Conclusion, regateo a la hora del precio, y enfado por nuestra parte, del camarero y del dueño del chiringuito.
Tras la cena, vuelta al hotel, un pequeño rato de relax de nuevo en la comodisima terraza, y a dormir, que mañana sera otro dia.
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