El despertador ha sonado a las cuatro de la madrugada. Aun es noche cerrada y tenemos la sensacion de no haber dormido mas de quince minutos. Pretendemos recorrer alrededor de 1300km en una sola jornada y hacer noche en Nouadibou, en Mauritania.
La ruta es increiblemente comoda, la carretera esta aceptablemente asfaltada y es muy recta, lo que permite mantener buenas medias de entre 100 y 120 km/h. Por otro lado, el aburrimiento hace mella en el conductor y unido al enorme sueño que tenemos, hace que tengamos que extremar las precauciones.
El viaje, sin incidentes. Parar para echar gasolina, comprar pan y hacer bocatas para comer en ruta y no perder un minuto. Sin embargo una terrible sorpresa nos aguardaba en el pueblo fronterizo de Guerguarat.
Llegados a la valla Marruecos – Mauritania a las siete menos cuarto de la tarde, descubrimos que cerraba a las seis de la tarde. Cuarenta y cinco malditos minutos nos separaron de entrar en Mauritania.
Tras pasar las obligadas fases de frustracion – negacion – aceptacion, nos alojamos en un pequeño motel sito en la misma frontera, el ¨Hotel de la Frontiere¨, obviamente. Pequeño y no todo lo limpio que quisieramos, pero es un lugar donde dormir. Para cenar nos ceden una de las pequeñas haimas que hay en la parte trasera. Muy acogedora, donde nuestro compañero de viaje Jacques nos ofrece un par de botellas de vino con la cena. No vemos mejor ocasión de soltarnos la melena y pronto los cinco reimos como condenados hasta que el sueño nos puede, y nos metemos en la cama.
La ruta es increiblemente comoda, la carretera esta aceptablemente asfaltada y es muy recta, lo que permite mantener buenas medias de entre 100 y 120 km/h. Por otro lado, el aburrimiento hace mella en el conductor y unido al enorme sueño que tenemos, hace que tengamos que extremar las precauciones.
El viaje, sin incidentes. Parar para echar gasolina, comprar pan y hacer bocatas para comer en ruta y no perder un minuto. Sin embargo una terrible sorpresa nos aguardaba en el pueblo fronterizo de Guerguarat.
Llegados a la valla Marruecos – Mauritania a las siete menos cuarto de la tarde, descubrimos que cerraba a las seis de la tarde. Cuarenta y cinco malditos minutos nos separaron de entrar en Mauritania.
Tras pasar las obligadas fases de frustracion – negacion – aceptacion, nos alojamos en un pequeño motel sito en la misma frontera, el ¨Hotel de la Frontiere¨, obviamente. Pequeño y no todo lo limpio que quisieramos, pero es un lugar donde dormir. Para cenar nos ceden una de las pequeñas haimas que hay en la parte trasera. Muy acogedora, donde nuestro compañero de viaje Jacques nos ofrece un par de botellas de vino con la cena. No vemos mejor ocasión de soltarnos la melena y pronto los cinco reimos como condenados hasta que el sueño nos puede, y nos metemos en la cama.
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